El 1 de octubre de 2018, el Instituto Karolinska concedió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina a los inmunólogos James P. Allison y Tasuku Honjo, por sus esperanzadores descubrimientos sobre la estimulación del sistema inmunitario para hacerlo más eficaz contra las células tumorales. Coincide esta noticia con la presentación por parte de la URJC del primer Máster universitario en España sobre inmunooncología, especialidad de la que se esperan grandes logros en la lucha contra el cáncer.
Hace cincuenta y nueve años, en 1959, otro médico español, nacionalizado estadounidense, Severo Ochoa, recibió idéntico honor por haber logrado la síntesis del ácido ribonucleico, completando hasta ahora el reducidísimo elenco de científicos españoles galardonados con esta distinción.
Conviene subrayar que las investigaciones deudoras del Premio Nobel de Fisiología y Medicina acabado de conceder no hubieran sido posibles sin los descubrimientos de Severo Ochoa que, también, se construyeron sobre los avances realizados por sus predecesores, demostrando una vez más (y en estos tiempos turbios hay que enfatizarlo) que el método científico, a pesar de sus limitaciones, garantiza el progreso del conocimiento.
Severo Ochoa fue un hombre humilde consagrado a su trabajo, condiciones del buen científico. No extraña que confesara en su autobiografía que “Hasta la saciedad he repetido que no tiene mérito alguno dedicar la vida a hacer aquello que más se desea por encima de todo.”
Pero no le bastó con la humildad, el talento, la curiosidad y el amor a la investigación para alcanzar sus logros. Sin su mujer, con la que compartió anhelos, dudas, dificultades y éxitos, Severo Ochoa, quizás, no habría alcanzado la cima a la que sólo llegan unos pocos. Ochoa no se cansó de repetir, por ser verdad grande y constante que “… Carmen ha sido la promotora más enérgica y entusiasta de todo cuanto he podido realizar en esta vida y el más firme apoyo que he tenido en mis aspiraciones de hacer algo que no fuese intrascendente.”
Ochoa siempre mostró su gratitud al primer Premio Nobel de la medicina española, Santiago Ramón y Cajal. Así lo testimonian las siguientes palabras que rememoran su llegada a la Facultad de Medicina de Madrid, en sus inicios como estudiante: “Los descubrimientos del gran neurohistólogo español (...) me habían impresionado y soñaba con tenerle como profesor de histología (…) No puedo describir lo decepcionado y triste que me sentí cuando me di cuenta de que el septuagenario Cajal se había retirado de la cátedra…”
Carmen García-Cobián. Julio de 1936 |
Ochoa siempre mostró su gratitud al primer Premio Nobel de la medicina española, Santiago Ramón y Cajal. Así lo testimonian las siguientes palabras que rememoran su llegada a la Facultad de Medicina de Madrid, en sus inicios como estudiante: “Los descubrimientos del gran neurohistólogo español (...) me habían impresionado y soñaba con tenerle como profesor de histología (…) No puedo describir lo decepcionado y triste que me sentí cuando me di cuenta de que el septuagenario Cajal se había retirado de la cátedra…”
Santiago Ramón y Cajal, que en palabras de
Severo Ochoa, fue "el más grande hombre de
ciencia que España ha tenido"
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Marino Gómez-Santos advierte que desde su ingreso en la Facultad de Medicina, a Severo Ochoa le atrae la Fisiología, "tanto por el interés de la materia como por la atractiva personalidad de don Juan Negrín (...) que le ofreció una visión del mundo de la ciencia totalmente desconocida y (...) estimulante."
En la Facultad de Medicina también conoce a otros profesores, entre los que destaca un brillante discípulo de Ramón y Cajal, Teófilo Hernando, gran terapéutico y farmacólogo. Así lo subraya con las siguiente palabras el propio Ochoa: “Puedo decir, y lo he dicho muchas veces, que después de Negrín, quizás la persona que más influyó sobre mí y que más me ha estimulado fue don Teófilo Hernando”
Ya licenciado, tal y como relata Marino Gómez-Santos en su biografía del científico,“Ochoa piensa cumplir de modo inmediato lo que más desea desde hace algún tiempo: salir al extranjero para completar su formación. Escribe al profesor Meyerhof y tiene la suerte de ser admitido. Se va a Alemania.”
Tras su estancia en Heidelberg y su breve regreso a España, Severo Ochoa proseguirá sus trabajos científicos de nuevo en Alemania y, posteriormente, en Inglaterra. Es en 1940, tras años fecundos de formación, cuando llega a EEUU, lugar en el que se asentaría definitivamente. Como afirma Marino Gómez-Santos, allí se manifestó desde el principio una forma de trabajar que refleja un modo de ser: “En el laboratorio establece un orden que desde siempre ha sido peculiar de su carácter. Los instrumentos de trabajo (…) están en todo momento como en situación de revista militar”
Tras años fructíferos de investigación, en 1955, Severo Ochoa consiguió por vez primera que un RNA de alto peso molecular se sintetizara fuera de la célula, en un tubo de ensayo, lo que constituyó un logro revolucionario para la biología.
El 16 de octubre de 1959, Ochoa recibe, junto con el doctor Kornberg, el telegrama en el que se le notifica la concesión del Premio Nobel de Medicina por la síntesis del ácido ribonucleico, hallazgo clave para el desciframiento del código génetico y para la comprensión de los procesos básicos de la vida.
Severo Ochoa celebra con su equipo la noticia de la concesión del Premio Nobel de Medicina |
En su discurso de recepción del Nobel, Severo Ochoa recordó lo siguiente: “Como natural de España (…) fui profundamente influido por mi gran predecesor Santiago Ramón y Cajal (…) Entre los grandes nombres, que ilustran la lista de los ganadores de Premios Nobel en Medicina, está el de Otto Meyerhof, mi admirado maestro y amigo, a cuya inspiración, guía y ánimos tanto debo. También he tenido la fortuna de trabajar bajo la dirección de otros grandes científicos, y deseo reconocer mi deuda con Sir Rudolph A. Peters y con los laureados Premios Nobel Carl y Gerty F. Cori…” A lo que añadió, en otra declaración de humildad y honradez que “mis trabajos no hubieran sido posibles sin la devota ayuda de los estudiantes de investigación de distintos países, con los que he tenido la fortuna de estar asociado durante años.”
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