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Mostrando entradas de marzo, 2019

Balder, el ventrílocuo

El ventrílocuo Balder, agradece a Marino Gómez-Santos la entrevista que le hizo en el Diario  Pueblo No hace mucho, aún asombraba el ventrílocuo, como pasmaba y entretenía casi todo, porque la capacidad de fascinación de las gentes estaba prácticamente virgen. Entonces no padecíamos la hiperestimulación de las redes o de las pantallas, ni las exigencias y apremios del enjambre en el que se ha convertido la sociedad actual. Cualquier cosa maravillaba porque era novedad, algo extraordinario, aún en su mayor simpleza y candidez. Fascinaban los pirófagos, los hialófagos, los faquires, los leones indolentes falsamente sometidos por el látigo del domador, los autómatas, el cine mudo, el forzudo de pega, los pasajes del terror, los relojes de cuco y la exhibición, por pueblos miserables de adobe, de teratologías ambulantes. El mundo era ingenuo y bárbaro a su manera, como un cuadro de Gutiérrez Solana. África era exótica, China misteriosa y el triángulo de las Bermudas una

Santiago Ramón y Cajal: la voluntad hecha fuerza

Santiago Ramón y Cajal nos mira con su mirada penetrante Es conocido que Ramón y Cajal (1852-1934) tenía mal genio, un pronto furibundo que venía de su personalidad innata y, también, del fondo rústico, pobre y aldeano en que nació, aunque a medida que su sabiduría fue creciendo, se templó su propensión al arrebato. Reproducción de la partida de nacimiento de Ramón y Cajal Así lo reconoce en Recuerdos de mi vida , dibujo autobiográfico publicado entre 1901 y 1917, cuando ya era una celebridad indiscutible y maestro de una generación de médicos y biólogos. En sus páginas cuenta que de chico era “ díscolo, retraído, antipático y misterioso ”, algo antisocial, además de admirador de las maravillas de la naturaleza y amante de los juegos atléticos y de agilidad. En sus Recuerdos confiesa que “ aún hoy, consciente de mis defectos, y después de haber trabajado heroicamente por corregirlos, perdura en mí algo de esa arisca insociabilidad tan censurada por mis padres y