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José Ortega y Gasset: exilio y enfermedad

Ortega y Gasset en Aravaca, 1929

El 9 de mayo se cumplen 136 años del nacimiento de José Ortega y Gasset (1883-1955).

La noche del 31 de agosto de 1936, pocos después del comienzo de la Guerra Civil, Ortega y Gasset abandona España gravemente enfermo y muy decepcionado por la experiencia de la Segunda República, que considera completamente fracasada, entre amenazas y acusaciones de contrarrevolucionario, que le llevaron a dejar su domicilio y a refugiarse en la Residencia de Estudiantes.

Por mediación de su hermano, Eduardo Ortega y Gasset, que era Fiscal General de la República, del médico y exministro de la República, Vicente Iranzo y del embajador de Francia, Jean Herbette, parte hacia Marsella desde el puerto de Alicante, adonde llega sin un céntimo y aquejado de una fiebre contumaz. De allí viaja a La Tronche, un pueblo a las afueras de Grenoble, lugar en el que se queja de “fiebre, terribles dolores y debilidad espantosa” y, después, a París, permaneciendo en cama desde diciembre de 1936 a marzo de 1937, en un piso de la rue Gros, en el distrito XVI, muy cerca de la casa de Balzac.

De junio a octubre de 1937, por invitación del profesor Johan Huizinga, permanece en Holanda como profesor visitante de la Universidad de Leiden, donde sus problemas médicos continúan, estando muy pendiente, por indicación de su hijo Miguel, que es médico, de la evolución de su peso, que no deja de perder debido a la persistencia de una enfermedad digestiva.




Tarjeta de la farmacia De Pionier, de la ciudad holandesa de Oegstgeest,
en la que Ortega y Gasset, de su puño y letra, consignaba su peso que, 
como consecuencia de la enfermedad digestiva que padecía, 
bajó casi tres kilos en tres meses.

Ortega y Gasset pasa el verano de 1938 en San Juan de Luz y regresa de nuevo a París, alojándose en la casa de Louise-Noëlle Malclés, bibliotecaria de la Sorbona y fiel amiga. Allí empeora súbitamente, como relata el doctor Teófilo Hernando, que ya conocía a Ortega y que era, además, gran amigo de Marañón. Por aquel entonces, según el doctor Hernando, Ortega y Gasset “estuvo muy malo; tuvo una inflamación de la vesícula biliar con formación de pus y altas temperaturas.” Padecía de litiasis del colédoco, con infecciones repetidas de las vías biliares, lo cual, en una época ajena a las sulfamidas y a los antibióticos, era una dolencia muy grave que podía degenerar en septicemia, como así ocurrió. Por eso hubo que operarle de urgencia. El doctor Hernando le acompañó a él y a su esposa a la clínica de la rue Georges Bizet, para ser intervenido por el doctor Gosset, cirujano prestigioso del hospital de la Pitié-Salpêtrière. En el momento decisivo, Gosset se niega a intervenirle porque asegura que la operación sería como hacerle la autopsia a un muerto. Marañón, que por aquel entonces también vivía en París, convence al doctor Gosset diciéndole que Ortega y Gasset es un celtíbero capaz de aguantarlo todo. Afortunadamente, la extracción de los cálculos fue un éxito y Ortega y Gasset salvó la vida. Tras ser dado de alta, los Ortega se van a vivir a la rue Bassano, muy cerca del Arco de Triunfo. En la primavera de 1939, pasan tres meses en Portugal, sin que su mejoría se complete, recibiendo la recomendación médica de acudir a una estación termal, concretamente a Vichy, para su cura. Coinciden esos días azarosos con el fallecimiento de su madre, Dolores Gasset y Chinchilla, en Puente Genil.

En Vichy, restablecido parcialmente, el doctor Parturier le recomienda que se traslade a La Bourboule, pueblecito del Puy-de-Dome situado a 800 metros de altitud, muy indicado por su clima y aguas para las afecciones biliares y del hígado. Poco tiempo después, en vísperas del estallido de la Segunda Guerra Mundial, Ortega y Gasset embarcará con su mujer y su hija desde Cherburgo para Argentina, donde vivirá, ejerciendo como profesor en la Universidad de Buenos Aires, hasta comienzos de 1942. Terminada su estancia en Argentina donde coincidió, entre otros, con Ramón Gómez de la Serna, Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala, regresará a Portugal para, finalmente, volver a España en el verano de 1945, aunque sólo de manera esporádica, donde morirá, en su domicilio de Madrid, el 18 de octubre de 1955.

Desde agosto de 1936, Ortega y Gasset vive fuera de una España destrozada, en la que su proyecto modernizador, europeísta y aristocratizante ha fracasado. Comienza la tragedia vital de un Ortega y Gasset convertido ya al liberalismo doctrinario, roto por la Guerra Civil y por el hundimiento de la cultura, del cual dijo Indalecio Prieto, con motivo de su muerte, que era, junto con su grupo de discípulos y seguidores, la “masa encefálica de la República”.

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